Los seres humanos somos sin dudas una creación muy especial, y eso lo comprobamos cuando estamos rodeado de amigos, familiares, conocidos, dando como resultado la diversidad de caracteres y formas de pensar que podemos encontrar en cada uno. Pero tenemos un común denominador: todos queremos sentirnos queridos, valorados, amados, respetados y consentidos.
En el mundo hay una necesidad de amor, y lo creo firmemente que es así. Y puede ser tan alarmante que quizás nos lleve a una preocupación mayor, porque muchos de los males de la sociedad radican en la falta de amor, quizás no tanto en la educación como tenemos a bien creer.
Y de pronto me “asalta” una pregunta: ¿Por qué nos encanta recibir amor, ser valorados, y sin embargo se nos hace tan difícil entregar lo mismo que queremos recibir?
Pienso que nos estamos perdiendo en las cosas sencillas, en esos detalles que hacen la diferencia, y todo por la falta de tiempo, por los problemas que nos agobian, pero lo más triste es, porque quizás, no hemos experimentado el verdadero amor que es el que viene de Dios.
Hay una escritura en 1Juan 4:7-8 que me encanta y dice: “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor”.
Esto quizás a mucho nos quiebre el corazón, sobre todo aquellos que hemos aceptado a Cristo como nuestro Salvador, porque se supone hemos conocido a Dios.
Lo hermoso de todo es que mientra estamos vivos podemos cambiar y llevar una vida digna del amor de Dios. Sencillamente, el que ama a Dios, ama también a su hermano. El que una madre se quite literalmente el pan de la boca para dárselo a sus hijos, es un acto de amor; pero también el que un amigo te llame o te visite cuando sabe que estas pasando por una situación difícil, igual es un acto de amor; pero también es un acto de amor cuando das un alimento o una moneda a un niño en la calle, porque sabes hay una necesidad en él y estas colaborando a una hermosa obra que es la de dar y servir a los demás.
Que ese amor por el prójimo crezca en nosotros, y sea una semilla que dé frutos y se expandan entre todos los que nos rodean, porque donde hay amor ahí está Dios y con él la vida.
… Practiquemos el amor hacia los demás.
Dios te bendiga
CG