Cada uno de los seres humanos tenemos la capacidad de decidir, ya sea para bien o para mal.
En los años que tengo de vida he decidido tanto para bien como para mal. Y sin dudas, cuando mejor me ha ido, ha sido cuando he tomado buenas decisiones.
Es importante saber que las cosas no la podemos hacer por nuestro propio esfuerzo, sino con las fuerzas de Dios. Muchas veces nos negamos a escuchar su voz, a seguir su mandato y a hacer su voluntad, porque tenemos nuestros ojos puestos en esas cosas que nos ofrece el mundo y creemos que ahí encontraremos lo que necesitamos para ser felices y andar en libertad.
Así que un día decidí entregar mi vida a aquel que con amor me la dio, para que fuese él quien sanará mi corazón, me diera la real y verdadera libertad que andaba buscando, y me amara de la forma tan especial como ahora lo hace y como siempre lo hizo, porque con todo y todo, el nunca me dejó, siempre estuvo ahí, cuidándome como el buen Padre que es.
Yo comparo mi vida actual con la de antes, y en verdad que me dan ganas de llorar, pero a la vez me regocijo porque he visto como Dios ha tenido misericordia de mí, y sé que no hay un mejor lugar para yo estar que entre sus brazos, Él me lleva a soñar cosas que nunca creí soñar, y me permite desarrollar mi creatividad, a creer cada día más en él, porque su mano nunca suelta la mía, a pesar de las tempestades y de los fuertes vientos, el me asegura en su refugio. Y son muchas cosas la que debo agradecer, pero la más, el que me haya regalado la vida eterna, por medio de Jesús.
Y así como un día decidí perderme… también así, un día decidí encontrarme en el único que todo lo hace posible, porque su amor es infinito y eterno. Gracias Dios, eres majestuoso.
1 comentario:
Hello! Carolin, a mi tambien alegra volverte a leer, aunque he estado un poco, mejor digo mucho, retirado del blog....
SALUDOS.....
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