En diciembre del año pasado me vi precisada a cortarme todo mi cabello. Tomar la decisión fue difícil, pero luego de 10 meses de lucha interna y de tratar de que se vieran bien aunque no lo estaban, me hizo dar el paso de iniciar por segunda vez un proceso que hace siete años ya había hecho. La diferencia radicaba en que, en aquel tiempo lo hacía para salir del alisado y llevar mi cabello natural (Estaba contenta). En esta segunda ocasión fue por un mal proceso que me hicieron en el salón, un producto que me pusieron (no sé si alisado) que dejó la mitad de mis cabellos lacios y la otra parte medio rizada… Por más que quise ignorar el daño, a los meses el cabello comenzó a partirse y no tuve más remedio que iniciar de cero.
Al principio lo asumí como un cambio de look, pero a las semanas cuando veía mis fotos con mis cabellos rizos largos y hermosos, me frustraba un poco… Y para colmo en marzo tuve el accidente que me dejó mi parpado izquierdo con una cicatriz. Esto significó el no querer hacerme fotos en ninguna actividad a la que asistía con mis amigos… Ellos me preguntaban por qué y yo les decía que simplemente no estaba en fotos (Cosa rara en mí, que me encantan tanto las fotos).
Hay procesos que son difíciles, aunque desde afuera se vea como algo sin sentido. Pero como dice el dicho: “El corazón de la auyama sólo lo conoce el cuchillo”. Cuando sentí que le estaba dando tanta importancia a esto y no disfrutar de los momentos con amigos y familiares, comencé a tratar mi situación con Dios, pues a pesar de que en un principio fue algo doloroso, no podía ser algo eterno. El mes pasado, en agosto, recibí la palabra de parte de Dios que me alentó, él me dijo: “Lo que te hace hermosa es tu esencia”.
Luego de ahí entendí que no importa si me tiño el cabello de verde, morado, rojo o me corte el pelo o me lo deje largo, eso nunca deberá compararse con lo que me hace auténtica, y es lo que hay en mí, que Dios puso en mí. Hoy estoy de pies, porque Dios es mi sustento. Si hay algo que te abate o te detiene a ser feliz, solo mira dentro de ti. Eres especial, no por lo que tienes o exhibes, si no por quien eres.
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